Día 2: lo útil
Creo que lo mejor que una puede hacer para evitar que la cabeza te lleve a territorios poco propicios es ocuparse. Probablemente exagero, pero ha sido siempre mi directriz personal. Seguro que el "estar ocupados" viene de familia, pero esa es otra historia.
Me parece que en estos días de aislamiento, parte de la función social de todos debería ser compartir cosas útiles. Hay quien diría que es mi obsesión —y tendría razón— pero, a fin de cuentas, compartir consiste en conectar personas. De ahí su utilidad doble: por un lado evita la soledad y el aislamiento individual y, por otro, aporta actividades de provecho que van desde el esparcimiento hasta el trabajo.
Hoy recibí una llamada de mi padre: me cantó la canción de la primavera que él cantaba cuando estaba en el kínder y que desde hace ya, muchos años, es una rutina entre ambos que sucede todos los veintiuno de marzo. Probablemente sea una tontería, pero para mí es algo importantísimo: representa un espacio único y privado entre él y yo. Mi padre nunca ha sido la mar de cariñoso, así que atesoro y valoro que me llame y me cante. Con el paso de los años, cada vez me vuelvo más consciente de que algún día no estará para cantarme la canción de la primavera, así que lloro desconsoladamente cada que lo pienso y hoy no fue la excepción. Sin embargo, no crean que no soy inmensamente feliz cada que lo oigo.
Volviendo al tema, el que mi padre me cante es algo útil para mi "universo emocional", que seguramente tiene un nombre técnico que desconozco. También hay otras cosas útiles en ese sentido, como el saber que estamos en contacto con personas a las que queremos y que nos quieren. Leía, no recuerdo dónde, lo irónico que resulta que con el aislamiento haya más cercanía, pero a mí me parece algo lógico: está bien y lo recomiendo. Hay que buscar a los queridos, hay que estar apapachado pues, a fin de cuentas, somos animales sociales. Y justo hoy he "hablado" con al menos tres personas con las que me comunico poco pero quiero mucho, prueba superada.
Además, compartir información ayuda a las personas a, por ejemplo, tranquilizarse y a no sentir miedo, aunque justo ayer resultó que causé el efecto contrario en mi hermano. Y me siento tremendamente culpable e incapaz de solucionarlo, así que mejor no digo nada. La comunicación entre nosotros dos nunca ha sido sencilla.
En la madrugada —que en realidad fue hoy más temprano— conversaba con Andrés. Al hablar de este blog nos dimos cuenta que, hace muchos años y por distintas razones, ambos dejamos de escribir. Ahora, aunque "oxidada", he vuelto a las andadas porque verdaderamente creo que escribir salva y que siempre me ha servido hacerlo en tiempos de crisis. Como dice Silvia, "Cuando te sientas ansioso, escribe. Deja la ansiedad en el papel y no permitas que tome el mando." Esta vez no será la excepción. Una pequeña acción positiva que nos ayuda a caminar hacia delante.
Para esta situación excepcional de cuarentena —aunque para mí es un principio general de vida—, todo podría ser mejor a partir de pequeñas acciones positivas que cada uno generemos en nuestro entorno. Así, uno debe ofrecer ayuda en todos los casos posibles como lo hace Verónica al coser los tapabocas que se han terminado en su pueblo, o como Isabel narra los juegos que realiza en casa con el pequeño Mario, o como Ricardo circula la idea del hackatón contra la COVID-19. Cada uno de ellos se encuentra en un país distinto y, sin embargo, sé de sus acciones y me parece que son importantes, que CUENTAN. En mi caso, hoy son las acciones que realizo con Juan Carlos y con Lorena, por ejemplo. Exacto, ¡hay que funcionar como un equipo! Ya sé que soy una soñadora...
Y celebremos que hoy, a pesar de la lluvia, es el Día Mundial de la Poesía.

Acabo de decir algo de melodías y aparece la canción de los palomos (dicho sea con respeto y admiración). De la poesía habría algo qué decir, pero por ahora no aquí. Convivir con la familia aunque sea a través de ese hilo de voz que llega por el teléfono hace presente "todo el ancho de la tesitura", y con suerte, trasluce el afecto. Ah, y por supuesto, soñar y hacer claro que cuentan.
ResponderEliminarToda la razón. El hilo de voz... sí, eso.
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