Día 4: los diarios

Llevar la cronología de los sucesos es algo muy cotidiano, desde siempre.
En las culturas antiguas hay ejemplos que van desde aquellas fabulosas pinturas rupestres de cacerías inmortalizadas hasta los códices de pergamino o papel amate que relatan batallas épicas. Si revisamos la historia de la humanidad, encontramos diversas descripciones más recientes —o no tanto— como las de Momentos estelares de la humanidad de Stefan Zweig o Los cazadores de microbios de Paul de Kruif.
También existen versiones mucho más íntimas de diversos personajes históricos y literarios como Ana Frank o Mary Shelley. En ese vasto mundo de las bitácoras y los cuadernos hay registros de los viajes, los cataclismos, los reinados, los encierros, el aprendizaje, la memoria, el trabajo, los periplos a lo largo de los siglos y hasta los sueños: todo ha sido —y es— objeto de nuestra atención.
Hoy día y con el desarrollo de la tecnología, tenemos diarios en una multitud de soportes y formatos, con textos, fotografías, recetas de cocina, dibujos, rutinas de ejercicio y prácticamente, con cualquier cosa que se nos ocurra. Incluso, para quienes gustan de coleccionar, hay apps, retos, hashtags y todo tipo de herramientas que, a fin de cuentas, no son más que formas de llevar cronologías, de hacer colecciones.
¿Quién no ha tenido nunca el deseo de llevar una bitácora de alguna cosa? Porque al hacerla, podemos recordar, encontrar guías y aprender y enseñar. Los diarios nos muestran la importancia de la colectividad al transmitir las ideas, la experiencia previa, las emociones, los peligros, las cosas útiles y las anécdotas, en fin, un montón de casi cualquier cosa...
Pero también los diarios nos aportan en lo individual porque cuando alguien escribe, ordena sus pensamientos, los construye, analiza y reflexiona. Por eso y muchas otras cosas, escribir salva. Así que es muy común que en tiempos de crisis, muchas personas se pongan a escribir diarios. Y yo que llevo toda la vida escribiendo diarios y coleccionando instantes, no soy la excepción...

Comentarios

  1. Coleccionar instantes lleva toda una vida... y cada una de ellas, por esa misma razón, es excepcional. Palabras de un viejo maestro que se despereza buscando resurgir así como apareció hace no tanto, para contar historias en su propio espacio pero también al pie de alguna página.

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  2. Huy, sí: toda la vida. Dile al maestro que se está tardando, hace falta. Hay que resucitar al barrio.

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