Día 18: la productividad

Junto con la del coronavirus hay otras epidemias que van desde cómo los seres humanos nos adueñamos de muchos espacios naturales hasta la de aquellos que todos los días hacen contribuciones colosales de su trabajo y tienen o dicen que tienen, según hiperproductividad.
Hace unos días, salió un tuit diciendo algo así de que al menos, debías de durante la cuarentena lograr una de cinco cosas que eran algo así como leer un libro y no recuerdo qué tanta cosa más. Como buena plaza pública, en tuíter se discute de todo y rápidamente hubo quién salió a decir que no, que no tenemos que justificar nuestro aislamiento haciendo gala de todo lo que avanzamos en las cosas pendientes, que no hay que presionarnos. Y a mí, esto último me suena adecuado, probablemente porque he sido de la otra tendencia buena parte de mi vida... ¡Eso, hay que sacudirnos esa presión de hiperproductividad!
No me cuesta trabajo quedarme en casa —aunque me fascina también andar del tingo al tango— y de hecho, tengo la teoría de que nunca me aburro porque siempre tengo cosas que quiero hacer. Claro, como cualquier persona me puedo aburrir al hacer la misma cosa pero en cuanto cambio, estoy súper feliz. Por esa razón, cuando recién vino el caso de la cuarentena en mi cabeza cruzó la idea de ¡qué felicidad, por fin tendré tiempo para hacer un montón de cosas pendientes...! Nada más ajeno a la realidad.
En estos días y conste que voy para un mes de aislamiento, me cuesta trabajo concentrarme. Casi no he podido leer y lo que se dice escribir, nomás este diario heroico que tiene otros beneficios de autocuidado para mí —si bien han habido días en que ha sido un triunfo sentarme a redactar la idea. Tampoco he podido ver muchas series o películas, asistir a las múltiples exposiciones o visitas guiadas de los museos, ya no digamos a las sesiones musicales u óperas. Y no está padre porque todas ellas son cosas que me gustan mucho pero nomás no tengo cabeza.
Lo que mejor me va en estos días es la cocinada y la limpieza. En las redes sociales hay un montón de personas intercambiando recetas de tal o cuál cosa. También hay iniciativas como esta o muchas que otras que seguro ustedes conocen en redes sociales como TikTok que resultan muy divertidas y se antojan pero que, en mi opinión, tampoco podemos repetir todos los días —y conste que ya me dio por imitar una pintura por ahí. Es como si de pronto, lo que mejor me acomoda es probar o hacer distintas cosas de comer y lavar trastes o limpiar la casa. Y claro que cansa, pero es mejor eso que nada. Antes tomaba fotos del exterior y del #sueloquepiso y ahora podría armar un álbum de fotos de platos que preparo cada día, como la que acompaña estas líneas. Es este proceso de adaptación en donde cada quien busca encontrar qué es lo que le va y está bien, nadie nos está calificando.
Ayer que hablaba con Jelis comentamos este asunto y unas horas después, me pasó este maravilloso artículo. En él se ofrecen una serie de consejos de autocuidado para todas las etapas que tenemos por delante y se mencionan varios aspectos de los que ya se ha escrito en este diario, más por intuición que por saber. Así que acá van la humildad y paciencia para adaptarnos, para entendernos y para estar bien con lo que sea que podamos hacer y superarlo. A fin de cuentas, y como menciona Ahmad en el artículo, "la calamidad es una gran profesora".

Comentarios

  1. Como alguna vez conté ya en la pocilga, el entorno personal del hogar nos abraza. Eso sigue siendo verdad, y la cuarentena me lo presenta con más insistencia al pasear la mirada y topar con objetos, espacios y sensaciones. Las diversas tareas, además, contribuyen al ejercicio físico, y la concentración necesaria le da descansos a la mente. Qué decir de los aromas de la cocina que no se haya dicho ya. Todo esto con su tiempo, digo yo, no es una competencia, sino el abrazo que le devolvemos al lugar que nos cobija. 2020.

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