Día 22: bajo el volcán

Si estás pensando en la novela de 1947 de Malcom Lowry —o en la peli homónima de 1984—, lamento la desilusión, este no es más que un post relacionado con varias casualidades que surgieron los últimos días y que hilan mi propia fascinación. En realidad, sí hay relación: Geoffrey Firmin "vivía" en la novela al igual que muchos mexicanos en un radio de menos de 100 km a la redonda del Popocatepetl del náhuatl que quiere decir "cerro que humea" que además está en fase eruptiva desde 1994 y que con casi 5500 msnm, es el segundo más alto en nuestro país.
Los que nacimos en la Ciudad de México, al igual que los habitantes de las ciudades de Puebla, Tlaxcala y Cuernavaca, estamos acostumbrados a vivir bajo el volcán o más bien, bajo los volcanes porque tenemos al menos dos emblemáticos —y muchos otros, pero esa es otra historia— el Popo y el Izta, Iztacihuatl o "la mujer dormida", que también está activo aunque por el momento sólo sísmicamente. Los habitantes de todas estas ciudades mexicanas nos sentimos orgullosos al contemplarlos cuando la contaminación y las condiciones atmosféricas nos lo permiten.
En estos días, los paisajes espectaculares han cobrado importancia en varias de las cumbres más altas del mundo... así, desde India y en la Estación espacial se han dado el lujo de tomar fotografías impresionantes de los Himalayas, aprovechando la disminución de la contaminación y ¡vaya que son hermosos!
Más allá de los paisajes espectaculares, existen diversos efectos de este vivir al pie de los volcanes y que van desde los microsismos hasta, ahora que ando limpiando, la ceniza volcánica por doquier. Limpias los muebles y trapeas y sale todo como "lleno de tierra" y negro como la conciencia, diría mi abuela al tiempo que en los vidrios de las ventanas, ves el patrón característico de la ceniza y que, por supuesto, hay que limpiar en algún momento. Y claro, toda esa ceniza volcánica que parece imperceptible pero que ahí está, hace que en estos días sea más consciente de esa relación tan "cercana" que tenemos con nuestros volcanes.
Los volcanes y las montañas son cotidianos para los habitantes del centro de México, en particular, para los habitantes de la Cuenca, como lo son también, por ejemplo, para los napolitanos que viven en las faldas del Vesubio. Qué locura es esta de vivir tan cerca de ellos y a la vez, por supuesto, no hay que olvidar que nos dejan tierras tan fértiles que sería terrible desperdiciarlas...
Ayer por la noche en tiempo local hizo erupción el volcán Anak Krakatoa el "hijo del Krakatoa", como bien me contó Emiliano y de inmediato, los catastrofistas y conspiracionistas del fin del mundo hicieron "su agosto"; por fortuna, hay buenos divulgadores de la geología y aquí dejo un hilo que lo demuestra y sugiero leer. Anoche también fue que descubrí mi error: toda la vida pensé que el Krakatoa estaba al 'este de Java' como nos lo hizo creer aquella película de 1969 pero no, está al oeste y la película tiene un montón de mentiras históricas y así, según nos contó Víctor.
Para terminar por ahora con mi fascinación por los volcanes y las montañas y así, les cuento que en Costa Rica —también tierra de varios volcanes activos—, he tenido en cada viaje la intención de visitarlos pero por una u otra cosa a la fecha no he podido, lo más cerca que he llegado han sido las faldas del Arenal. Para terminar con las casualidades, justo ayer pero por la mañana, compartí una foto de la carretera en la provincia de Alajuela, Costa Rica, e Irene me envió una fotografía del "ojo" del Poás donde ella estuvo hace unos años; comenté que tristemente no lo había subido y me respondió que ya iría, que luego habrá tiempo... ¡que sea presagio, tons!
Esta es mi foto del Popo desde el aire (2018).

Comentarios

  1. Como (mal) veterano del viaje subterráneo, fijar la vista en el horizonte de los volcanes no se me da mucho, y como fotógrafo menos. Ah, pero viajar al estilo Verne es una de mis especialidades, así como disfrutar de las imágenes que capturan los que saben hacerlo. Gracias por ellas. 2020.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Día 49: en Orihuela

/moders dei/

Día 47: el tacto