Día 23: farewell, dear Conway!

Mediante las redes llega la noticia desde Princeton: hoy 11 de abril de 2020 ha muerto John Horton Conway, uno de los grandes matemáticos contemporáneos.
Es cierto que ya tenía más de 80 años y que llevaba tiempo delicado de salud pero el coronavirus fue el que lo venció. No soy matemática y no pretendo ocupar este espacio para dar una reseña de sus aportaciones ni nada parecido, nop. Tan solo quiero hacer un pequeñísimo homenaje, acaso más bien una memoria, de esa gran persona a quien conocí hace casi diez años.
Yo prácticamente acababa de llegar a la UNAM... en cinco meses estaba todavía adaptándome y habían muchas cosas que todavía no entendía. La onda es que un día me enteré que venía este matemático súper-mega-importante a presentar un libro llamado "The symmetries of things". Como tenía que hacer una nota para la chamba, me puse a leerlo... todavía recuerdo que el libro está dividido en tres partes y fue precisamente en la primera —y la única que leí con ahínco porque el resto, era demasiado especializado—, donde se habla de las generalidades de la simetría y los patrones con un lenguaje apto para el público general; ahí logré atisbar al genio que unos días después habría de conocer...
Un día de junio de 2010 y aparecen Conway y uno de sus coautores del libro, Chaim Goodman-Strauss —quien diseñó todas las imágenes del libro y fue uno de los primeros en hablarme de un montón de cosas y personas relacionadas con la divulgación de las matemáticas. Si algo me ha enseñado la vida es que los genios también son personas y mira que he conocido a varios... Conway no era la excepción: chaparrito y vestido muy sencillo con sus pescadores y tenis era siempre el centro de la conversación, hablaba con todos y sus ojos inquietos se movían por aquí y por allá pero lo más importante es que todo el tiempo, jugaba. Ahora te hacía un truco, luego otro y otro más. Todos los juegos, por supuesto, usando matemáticas y generando sorpresa y admiración en cualquiera que lo oyese. Conversaba con quien fuera, sin discriminar, y te hacía sentir a gusto, quería saberlo todo y era una de las personas más curiosas que conozco: preguntaba siempre pero también escuchaba con atención y, en cuanto se presentaba la oportunidad, te enseñaba otro juego.
Recuerdo aquel día por la tarde en que fuimos a Universum... estaba fascinado con el Mosaico de Penrose de la Sala de Matemáticas preciosa obra del artista Juan Sandoval que se puede ver aquí donde estuvimos un buen rato, enseñándole algunas cosas y hablando de otras. Ahí nos mostró su juego de adivinar el día de la semana en que cada uno habíamos nacido y que aderezaba, casi con picardía, al decirnos el tipo de persona que éramos... Fue ahí donde Conway, a un alto funcionario nefasto cuyo nombre es mejor no pronunciar y que llegó de lo más impertinente y con grandes ínfulas, puso en su lugar con una de las mejores lecciones de decencia y caballerosidad y usando un mínimo de palabras que he visto jamás, demostrando que a pesar de todo, hay niveles.
No tengo claro si fueron dos o tres días los que estuvimos conviviendo y lamento —como en otros muchos casos me ha sucedido— no tener ninguna foto para el recuerdo. Por supuesto que entre todas las conferencias, las comidas, las cenas y las muchas charlas interesantes pero sobre todo los muchos, muchísimos juegos, el recuerdo más entrañable es de aquella gran persona en todas sus dimensiones. Ha sido un privilegio y por ello, me atrevo a decir farewell, dear Conway!
Esta es la foto que más se asemeja a mi recuerdo. La tomé de: https://gonitsora.com/john-horton-conway-worlds-most-charismatic-mathematician/ 

Comentarios

  1. Recuerdo a mi maestra de primero de prepa que no me dio permiso de decir que las matemáticas "no eran lo mío" y me reconectó con el temido Álgebra de Baldor. Allí se acabó el miedo, aunque también tuvo qué ver mi iniciación a la lógica y otros misterios que llevaron mi camino por distintos rumbos. Desde entonces, merced a una o dos gratas compañías, las mates y yo tenemos una relación, para usar la terminología presente, muy cordial, aunque con sana distancia. De la sencillez de los héroes y heroínas habría mucho que decir, pero será en otra ocasión. 2020.

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