Día 32: una de monstruos

Llevo tres días de atraso. No me gusta ir tan detrás pero confieso que he disfrutado el receso. Y "hacer la tarea" casi a la medianoche no augura nada bueno. Pero en este momento —mientras mis vecinos tienen otra fiesta—, quiero hablar de un tema casi de refilón pues no pretendo ahondar en él —si lo hago o si me extiendo, no voy a dormir—; más bien quiero sugerirlo...
Le pido disculpas, desocupado lector que ronda este diario, por esta afrenta pero hoy nomás quisiera saber ¿cuáles son sus monstruos? Los de verdad pues los de la literatura y el cine dan para mucho de qué hablar, pero no, hoy no me interesan. Tampoco quiero hablar de los de la infancia, esos forman otro capítulo.
Quiero hablar de los monstruos que nos persiguen, los que nos provocan insomnio, los que de verdad nos dan terror como adultos y nos atormentan con cuadros de ansiedad a la menor provocación, los que ahora, en estos días de aislamiento asoman en nuestra cabeza, los que jamás le hemos confesado a casi nadie. ¿Conocemos nuestros monstruos? ¿Qué tal cohabitamos con ellos? ¿Cómo hacemos para que se nos aparezcan? ¿Cómo, en una noche cualquiera, logramos ofrecerles una carnada y —si tenemos mucha suerte— los alejamos, aunque sea para dormir unas horas? Es un hecho que conocemos su poder y en muchos casos, llevamos a cuesta sus efectos. Quizá justo ahora es un buen momento para que encontremos una nueva forma de lidiar con ellos...

Comentarios

Entradas populares de este blog

Día 44: vamos a andar...

Día 48: siempre es la hora del té

Día 46: los retos