Día 37: el plan

Hace un par de días en tuíter, Mascabada planteó acá: "Juguemos a que no existe el coronavirus. ¿Qué plan tienes para mañana?". Todavía no le contesto porque he estado pensando muy bien qué me gustaría hacer pero ¡por fin me decidí! Les cuento.
Desde siempre, he sido una enamorada de mi ciudad. Quizá la culpa la tiene Santos, mi tío abuelo, que me llevaba caminando a cada rato al centro y me contaba historias. ¡Eso! En realidad, me encantan las historias y, si tuviera tiempo, además estudiaría sin titubeos la carrera de historia. Pero volvamos al plan...
Cuando comencé a dar clases en secundaria, me tocó impartir la materia de Educación ambiental con un temario que, en mi opinión, era un espanto: parecía más una retahíla de leyes ambientales que algo que pudiera interesar a los adolescentes. Decidí enriquecer ese curso con tres de mis pasiones personalísimas y que pensé que venían bien para los estudiantes: la literatura de ciencia ficción, la situación del agua en la Cuenca de México y el conocimiento —para lograr la orientación y, con suerte, la apreciación— de nuestra ciudad. De la primera no voy a hablar aquí, pero de las otras tengo que contar que la mayoría de los alumnos me alucinaban cuando los ponía, usando la Guía Roji, a elaborar por equipos un mapa de la ciudad en el que debían localizar una serie de avenidas, museos y otros sitios de interés. En algunos cursos, además leímos a Exequiel Ezcurra y analizamos la historia hidrológica de la Cuenca y sobre aquel mapa, se trazaban el albarradón de Netzahualcoyotl, el Tajo de Nochistongo y el drenaje profundo, entre otras obras de ingeniería hidráulica. También con algunos grupos hice un rally de tres épocas históricas en el Zócalo prehispánica, colonial y contemporánea aprovechando que en aquel entonces seguía con mucho entusiasmo la fabulosa revista Centro. Guía para caminantes.
El año pasado conocí casi al mismo tiempo a Hugo gracias a Enna y a Octavio y a José Ignacio gracias a tuíter, con quienes me eché unos tours espectaculares que versaban sobre la historia y la antropología en la Ciudad de México —aunque también hubo visitas guiadas fuera de la ciudad. A raíz de esas experiencias, elaboré un tour para hacer yo misma de guía —con la ayuda invaluable en la bibliografía y la aclaración de dudas de Juan— a un par de españoles en Teotihuacan hacia finales de noviembre del año pasado; parece que todos lo disfrutamos muchísimo.
Gracias a una conversación nostálgica que tuve hace un rato con Javier sobre nuestros lugares de origen en esta ciudad, a este tuit reciente con un pdf sobre el pasado arqueológico del Centro histórico de la Ciudad de México y a que me encontré este artículo sobre La Romita de José Ignacio de Alba , llegué a la conclusión de que lo que me gustaría hacer mañana es ser parte —o ya muy entrada en materia, diseñar y guiar— un tour histórico-ambiental que tuviera por objetivo dar un panorama de la historia del agua en la ciudad, que nos mostrara lugares interesantes que existieron en el borde del antiguo lago de Tenochtitlan o el paso de ríos en distintas épocas, por ejemplo. No sé, ahora tengo montones de ideas en la cabeza al respecto.
Y mientras diluvia... ¿qué le responderías tú a Mascabada, qué quieres hacer mañana?


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