Día 48: siempre es la hora del té

"Y desde entonces... son siempre las seis de la tarde... Siempre es la hora del té" grita la Reina en el clásico de Lewis Carroll de 1865, Alicia en el país de las maravillas. En este artículo lo saben también y, por supuesto, en todo el Reino Unido.
¡Sacrilegio! Yo soy mucho más cafetera que de tomar té. Es más, durante muchos años, el pensar en el té tenía para mí una equivalencia con "de manzanilla" y estar enferma, así que me daba asco y lo alucinaba. Un día probé el té negro y todo cambió. Los que saben conocen las diferencias entre té, tisana e infusión e incluso reconocen variedades específicas con múltiples propiedades benéficas en cuyos vericuetos no quiero adentrarme ahora. Soy fan del Earl Grey —que por cierto, fue un primer ministro británico del XIX—, variedad del té negro aromatizada con bergamota que me fascina tomar al estilo inglés: con un chorro de leche. El té turco o çay, una variedad del negro que ofrecen en Estambul por todos lados, es también delicioso.
Cuentan que el té es la bebida más popular del mundo después del agua y aunque hay diversas leyendas sobre su origen, se acepta que la costumbre viene de China allá por el año de 250aC. Con el paso de los siglos, el té conquistó Asia, luego se volvió popular en Europa y de ahí, llegó al resto del mundo. La hora del té es una de las características del Reino Unido que, durante el siglo XIX, logró cultivarlo en India —y abaratar los costos de producción— y popularizó su consumo con los salones de té.
Una de las marcas más famosas de té es Twinings, con sede en Hampshire al sur de Inglaterra —por cierto, fue también la primera compañía en producir la mezcla Earl Grey. Su fundador, Thomas Twining, abrió el primer salón de té en la calle Strand en Londres, que hoy sigue funcionando; si quieren leer la historia de la compañía pueden hacerlo acá. Sin embargo, ahí no mencionan a una miembro de la familia que es justo de la que vamos a hablar ahora: Elizabeth Twining (1805-1889).
Elizabeth Twining escribió e ilustró un precioso catálogo botánico, Illustrations of the Natural Orders of Plants, que incluye un total de 160 litrografías coloreadas a mano con base en las observaciones que realizó en los Kew Gardens y la reserva natural conocida actualmente como Lexden Park.
Volviendo a Elizabeth, lo importante es que su libro original resguardado en el Museo de historia natural en Londres y con dos volúmenes publicados respectivamente en 1849 y 1855 está completamente restaurado y puede consultarse en línea aquí, gracias a un proyecto que desarrolló Nicholas Rougeux en 2019 para rescatarlo. Acá se cuenta cómo lo hizo y se muestra un time lapse del trabajo que realizó en una de las láminas; por aquí hay también una entrevista que le hicieron a este restaurador que, por cierto, también tiene un proyecto hermoso sobre los seis libros de Los elementos de Euclides, al cual bien vale la pena echarle el ojo de una vez que andan por acá.
El trabajo que Twining hizo durante el siglo XIX en el Illustrations of the Natural Orders of Plants es importante porque se desvió del canon doble escándalo si consideramos que la autora era mujer—, esto es, de las características reproductivas de las plantas propuestas por Carl Linnaeus y mostró que los sistemas de clasificación habían evolucionado. En el libro, ella utilizó el sistema de clasificación de Augustin Pyrame de Candolle que considera una variedad de características. La clasificación moderna de las plantas nada tiene que ver con estos sistemas y el lenguaje del libro está muy desactualizado, pero el trabajo de Elizabeth Twining —además de valioso y desconocido— proporciona una especie de radiografía de la variedad de 772 plantas de la época. Además, Rougeux dice con acierto que lo que hace que el trabajo de Twining sea tan fascinante es su decisión de poner al mismo nivel las plantas nativas británicas de otras de diversos países. Muy interesante historia, me parece, para una mujer de hace más de un siglo.
Como ya pasan de las tres de la tarde del viernes, para cerrar con broche de oro esta hora del té los invito a pasear virtualmente por los Royal Botanic Gardens en Kew, que son una maravilla, o el increíble Natural History Museum en Londres. Sin importar cuál paseo elijan, no olviden su taza de té y los pastelillos, carcajada...

Comentarios

Entradas populares de este blog

Día 44: vamos a andar...

Día 23: farewell, dear Conway!