Día 11: la vuelta al sol

Ayer, 30 de marzo, fue mi cumpleaños. El año pasado cuando cumplí 50 pensé que era una fecha excepcional en la que después de muchos meses muy complicados, había logrado sobrevivir y ahí estaba; mi padre incluso hizo con toda la razón algún buen chiste de que ¡me habían reseteado por llegar al medio siglo! Pero lo que no me imaginaba era que a la vuelta de un año, la misma fecha iba a ser también complicada pero, sobretodo, memorable. Y no, no me refiero a la Declaratoria de Emergencia Sanitaria que ayer se promulgó en todo el país y que por ahora, durará hasta el 30 de abril próximo. Me explico.
Todos los años pienso que cumplir años es ser reina de la primavera por un día. Y en mi caso, el sentido literal aplica. Me gusta cumplir años por muchas razones y vivo orgullosa de mi edad, a pesar de tantos pesares y kilos y arrugas y así. Son un montón de años ya y sin embargo...
Aquí entre nos, le temía al cumpleaños de ayer porque me parecía que estar aislada es justo lo contrario a ser la reina de la primavera. Porque, además, cada uno en estos días hace frente a distintos asuntos personales y colectivos y no se tiene cabeza para pensar en muchas cosas —me pasa también, así que quién soy yo para reclamarle a nadie. Pero claro, a esta edad ya no queda duda de que "no hay plazo que no se cumpla ni fecha que no se alcance".
Así llegó el día. Los primeros tres en aparecer por cuestión de husos horarios fueron Glen y Paco por facebook, y Cuqui por el whatsapp de la única e inigualable Operación Mariachi que hasta hoy, sigue enviando como siempre toneladas de cariño. Me fui a la cama en la madrugada con la sonrisa agradecida de que, a pesar de todo, había quienes se acordaban. En aquel momento incluso hacía planes en mi cabeza de si vendría bien convocar a una fiesta virtual o si valía la pena pensar en una actividad especial para llevar a cabo.
Me desperté a las 8:15 de la mañana y desde entonces y hasta la madrugada de hoy, salvo escasas 3 o 4 horas, me dediqué todo el día a recibir y responder sendas muestras de afecto, provenientes de muchos lados y de un montón de familiares, compañeros y amigos. Desde quienes me regalaron fotos de flores preciosas, como Igriega, Irene, Andrea, Sonia Arlett, Darko, Vlado, Alberto y Julia, entre muchos otros, e incluso la foto de la dona de canela de las que hace Rodolfo o el #sueloquepiso de Mascabada en el hielo, los mensajes cariñosos de tíos, primos, amigos, conocidos, compañeros y muchos estudiantes —incluyendo esos que en muchos casos me hacen sentir tan vieja como feliz y que me dicen tanta cosa linda que no sé si merezco o no—, mis brujas del alma Bettina y Concha y a pesar de los acontecimientos, Diego con su boda posfechada para diciembre, los pasteles que mi banda de Universum encontró para festejarme en línea, las futuras citas con Irazú y M'ijo, la sentida felicitación de todos los colegas divulgadores, la siempre bienvenida y recíproca felicitación de Jorge y Laura que son mis "gemelos cumpleañeros" —aunque Laura ya amplió el círculo pues encontró a un par más—, el abrazo a distancia de Ana Laura, la voz en el teléfono de Verónica, mi papá y mi hermano, con quien hablé un muy buen rato y de tantas cosas...
En fin, que llevaría tiempo hablar de todos ellos que son más de cien y a quienes les agradezco el contacto por tuíter, facebook, instagram y WA, por el teléfono y hasta por medio de mensajes SMS; a todos ellos, les estoy terriblemente agradecida porque me conmovieron, porque me demostraron que en esta vuelta al sol, a pesar de la distancia y de lo virtual de todas las felicitaciones, el tsunami de cariño es real y ahí está siempre. Muchísimas gracias por todo.
PD. Hoy me puse al día con los textos, así que hay éste que acabas de leer y éste otro.

Comentarios

  1. Son fortuna para la primavera Paloma y las jacarandas, y no es casualidad que se den al mismo tiempo. Tampoco es casualidad la desmemoria, que en la pocilga es leyenda. Un abrazo penitente.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Día 44: vamos a andar...

Día 48: siempre es la hora del té

Día 46: los retos